A mi me recuerda como cuando una vez me invitaron a pisar uvas. Al principio daba un poco de impresión, hasta incluso de asquito, pero una vez me metí en faena, fue una verdadera gozada notar como la uva se iba espachurrando entre tus pies y se iba haciendo un pastiche tremendo.
Pues para mi pintar con los dedos es una experiencia muy parecida.
¡Qué gusto embadurnarte toda la mano!
Es casi como estar haciendo algo prohibido. Y ya sabemos todos que lo prohibido es lo que más nos atrae.
A juzgar por la siguiente foto, los dedos tampoco se lo pasan mal.
Os animo a intentarlo con vuestros hijos (no lo dejéis para la guardería únicamente) porque si ya es un gusto ponerte perdida de pintura, si lo haces con tus hijos como un niño más, ya es lo más!
Hoy me despido con manos de rosa.
Disponibles ya en la tienda los kits de pintura de dedos.